lunes, 21 de julio de 2008

DIÁLOGO ENTRE SALVADOR Y SU MADRE DESPUÉS DE ABRIR UN HUEVITO KINDER.


-Mirá mamá, me toco un muñequito de dios…
- A ver…
(Salvador le muestra una figura de Homero Simpson completamente deformada).
-¿Viste?
-¿Y cómo sabés que es dios?...
-Porque sí… ¿no ves?...
-Mmmmmm… A mí no me parece…
-Pero ¿no vés que no tiene forma?... Sólo ojitos. Hasta se parece a uno de los Simpson… y en la tele dicen que son una religión.
-Sí, pero no…
-Además ¿quién sabe cómo es dios? Para mí que el señor Kinder hizo a dios como a él le parecía… y si para él es como un manchón amarillo, quizá así sea…
-Pero… ¿no te parece…?
-No, má. ¿No entendés? Es dios. No puede ser otra cosa. Ahora callate que voy a rezar…
-Cortala Salvador, ¿no vés que no es dios?
-¿Entonces qué es?
-No tengo idea.
-¿Y de dios sí? ¿Sabés cómo es?
-No, no sé…
-¿Entonces?... ¿No te das cuenta que tengo razón? Si no tenés idea de lo que es esto y de dios tampoco… es porque es un muñequito de dios. Compremos otro a ver si nos viene un jesús… ¡o un buda!
-No digas pavadas…
-Dale, dame una cajita así le hago un altar…
-Cortala, Salvador. ¿No ves que te vas a ir al infierno por hereje?
-¿Y eso qué es?
-Un hereje es alguien que dice cosas falsas sobre dios.
-Y si vos no sabés cómo es dios… ¿cómo sabés que lo que digo es falso?
-Y… no sé… porque lo dice la iglesia…
-¿Y la iglesia sabe cómo es dios?
-No, pero lo imagina…
- ¡Y yo también! Así que le voy a hacer un altar.
-¡Traé para acá!
(En un acto de heroísmo teológico, la madre arroja aquel plástico informe en el centro del tacho de basura).
-¿Qué hiciste? ¡Hereja! ¡Hereja!
- Se dice hereje…
(Salvador la observa como preguntándose acerca de la concordancia entre el género del sustantivo y sus calificativos. De todas maneras llora como si el fin del mundo se evitase con lágrimas. La madre, entonces, busca en su cartera y le da otro huevito. Salvador lo abre entre sollozos. Adentro, un papá pitufo sonriente saluda desde el fondo de la cápsula de plástico).
-Mirá, mamá… ¡Me tocó Carlitos!
-¿Quién?
-Carlitos… Carlitos Marx.

viernes, 11 de julio de 2008

CAMPANA DE LARGADA

Y… el apellido es el apellido. Aunque duela. También la edad suele jugar en contra. De todas maneras, lo más terrible es cuando, aún a aquel que se cree el más ducho, se le escapa el enano fascista que se aloja en nuestro hígado. Ahí comienza la pesadilla. Ya nos lo advirtió Foucault desde el sensible prólogo del Antiedipo, hay que pelear contra el facho que nos cohabita. Constantemente. De otra forma, el enano nos toma por sorpresa. Y más de una vez nos encontramos vociferando aquello que, de escucharlo en otro, haría temblar de indignación nuestros más nobles principios. Pero no nos vayamos del tema. Es verdad que hoy por hoy cualquier boludo puede tener un blog. No entremos en detalle de cuántos, en nuestro país, son los que pueden acceder a los recursos necesarios para ello y sigamos la generalización de las brillantes declaraciones que aquí nos inspiran. Repito, cualquier boludo puede tener un blog. Ahora la pregunta que surge: ¿dónde está lo malo en esto ¿En que se diferencia la posibilidad de, por dos pesos la hora en cualquier cyber, acceder a un soporte virtual y la posibilidad de que nuestros pensamientos, cuentos, novelas, pelotudeces, etc. sean editados por un sello de renombre? Creemos que simplemente en la cantidad de gente que logra acceder a ello. Desconfiamos del criterio de selección del material de los editores cuando la cantidad de libros basura que se publican en un año son suficientes como para que Greenpeace organice una campaña contra la tala de árboles que serán hojas de publicaciones al pedo. Esquematicemos: Juancito tiene ganas de escribir y decide hacer un blog. Pedrito tiene ganas de escribir y llama a sus conocidos de alguna editorial para que lo publiquen. El primero tiene mala prosa. EL segundo, también. El primer no gana un peso por su laburo. El segundo recibe derechos de autor. El primero muestra su trabajo gratis. El segundo cobra. El primero se sabe aficionado. EL segundo se cree escritor. Discúlpenos pero no alcanzamos a visualizar dónde se encuentra el problema. Es una realidad que la gran mayoría de los que tienen su blog en funcionamiento y actualizado con cierta constancia, de poseer el dinero, publicarían su propio libro. ¿Eso también estaría mal? Que el lector sea el filtro. Más trabajo para él, pero menos costo monetario. La palabra que, por fin, busca escaparse de los márgenes del mercado editorial, aún con el riesgo presente de desembocar en un nuevo mercado…
Deje de lado su menosprecio y piense usted, señor de tan oportunas declaraciones, qué hubiera pasado en otras épocas de haber existido el blog en nuestro país. Mucha información no se hubiese podido esconder o disimularse en un lema repugnante o detrás de una pelota de fútbol y media docena de goles. Desde la clandestinidad, algunas crónicas del dolor y el miedo hubiesen resonado en distintos ordenadores del planeta. La impunidad no sería tan dolorosa. El recuerdo tendría carácter de registro. Pero centrémonos en sus palabras: el democratismo es agraviante para el lector. ¿Desde cuándo? ¿Desde que el lector tiene que realizar la forzosa tarea de discernir entre lo que vale la pena y lo que es basura? ¿No constituye esto un buen ejercicio sobretodo para trasladarlo al consumo de los medios de comunicación en general? ¿No resulta más agraviante que el mercado editorial, con toda su aceitada estructura de marketing, imponga moda de lecturas ofreciendo al público una seudoliteratura o seudofilosofía posmoderna y estéril? Parándonos en la otra vereda: ¿No es más agraviante para un escritor el hecho de no poder acceder a una editorial que respete su trabajo? ¿O en el mejor de los casos, si el contacto se logra, tener que pagarse de su bolsillo la publicación? Dejémonos de joder y hablemos en serio.
Por eso, señor progresista de declaraciones no tan progresistas, acá estamos. Abriéndole la puerta a la mala prosa. Haciendo uso de la democratización que, según usted, ofende. Y eso haremos: construiremos una hermosa pira con sus obras (y con las de cualquiera al que se le haya escapado el enano) y danzaremos a su alrededor hasta caer exhaustos. Tomaremos ginebra durante la noche con el conejo de pascua y de madrugada tatuaremos con cenizas en nuestros pechos una inmensa letra B. De boludos, sí. Pero boludos con blog.