-Mirá mamá, me toco un muñequito de dios…
- A ver…
(Salvador le muestra una figura de Homero Simpson completamente deformada).
-¿Viste?
-¿Y cómo sabés que es dios?...
-Porque sí… ¿no ves?...
-Mmmmmm… A mí no me parece…
-Pero ¿no vés que no tiene forma?... Sólo ojitos. Hasta se parece a uno de los Simpson… y en la tele dicen que son una religión.
-Sí, pero no…
-Además ¿quién sabe cómo es dios? Para mí que el señor Kinder hizo a dios como a él le parecía… y si para él es como un manchón amarillo, quizá así sea…
-Pero… ¿no te parece…?
-No, má. ¿No entendés? Es dios. No puede ser otra cosa. Ahora callate que voy a rezar…
-Cortala Salvador, ¿no vés que no es dios?
-¿Entonces qué es?
-No tengo idea.
-¿Y de dios sí? ¿Sabés cómo es?
-No, no sé…
-¿Entonces?... ¿No te das cuenta que tengo razón? Si no tenés idea de lo que es esto y de dios tampoco… es porque es un muñequito de dios. Compremos otro a ver si nos viene un jesús… ¡o un buda!
-No digas pavadas…
-Dale, dame una cajita así le hago un altar…
-Cortala, Salvador. ¿No ves que te vas a ir al infierno por hereje?
-¿Y eso qué es?
-Un hereje es alguien que dice cosas falsas sobre dios.
-Y si vos no sabés cómo es dios… ¿cómo sabés que lo que digo es falso?
-Y… no sé… porque lo dice la iglesia…
-¿Y la iglesia sabe cómo es dios?
-No, pero lo imagina…
- ¡Y yo también! Así que le voy a hacer un altar.
-¡Traé para acá!
(En un acto de heroísmo teológico, la madre arroja aquel plástico informe en el centro del tacho de basura).
-¿Qué hiciste? ¡Hereja! ¡Hereja!
- Se dice hereje…
(Salvador la observa como preguntándose acerca de la concordancia entre el género del sustantivo y sus calificativos. De todas maneras llora como si el fin del mundo se evitase con lágrimas. La madre, entonces, busca en su cartera y le da otro huevito. Salvador lo abre entre sollozos. Adentro, un papá pitufo sonriente saluda desde el fondo de la cápsula de plástico).
-Mirá, mamá… ¡Me tocó Carlitos!
-¿Quién?
-Carlitos… Carlitos Marx.
- A ver…
(Salvador le muestra una figura de Homero Simpson completamente deformada).
-¿Viste?
-¿Y cómo sabés que es dios?...
-Porque sí… ¿no ves?...
-Mmmmmm… A mí no me parece…
-Pero ¿no vés que no tiene forma?... Sólo ojitos. Hasta se parece a uno de los Simpson… y en la tele dicen que son una religión.
-Sí, pero no…
-Además ¿quién sabe cómo es dios? Para mí que el señor Kinder hizo a dios como a él le parecía… y si para él es como un manchón amarillo, quizá así sea…
-Pero… ¿no te parece…?
-No, má. ¿No entendés? Es dios. No puede ser otra cosa. Ahora callate que voy a rezar…
-Cortala Salvador, ¿no vés que no es dios?
-¿Entonces qué es?
-No tengo idea.
-¿Y de dios sí? ¿Sabés cómo es?
-No, no sé…
-¿Entonces?... ¿No te das cuenta que tengo razón? Si no tenés idea de lo que es esto y de dios tampoco… es porque es un muñequito de dios. Compremos otro a ver si nos viene un jesús… ¡o un buda!
-No digas pavadas…
-Dale, dame una cajita así le hago un altar…
-Cortala, Salvador. ¿No ves que te vas a ir al infierno por hereje?
-¿Y eso qué es?
-Un hereje es alguien que dice cosas falsas sobre dios.
-Y si vos no sabés cómo es dios… ¿cómo sabés que lo que digo es falso?
-Y… no sé… porque lo dice la iglesia…
-¿Y la iglesia sabe cómo es dios?
-No, pero lo imagina…
- ¡Y yo también! Así que le voy a hacer un altar.
-¡Traé para acá!
(En un acto de heroísmo teológico, la madre arroja aquel plástico informe en el centro del tacho de basura).
-¿Qué hiciste? ¡Hereja! ¡Hereja!
- Se dice hereje…
(Salvador la observa como preguntándose acerca de la concordancia entre el género del sustantivo y sus calificativos. De todas maneras llora como si el fin del mundo se evitase con lágrimas. La madre, entonces, busca en su cartera y le da otro huevito. Salvador lo abre entre sollozos. Adentro, un papá pitufo sonriente saluda desde el fondo de la cápsula de plástico).
-Mirá, mamá… ¡Me tocó Carlitos!
-¿Quién?
-Carlitos… Carlitos Marx.